Una vez un profesor me dio un consejo que, desde que empecé a buscar trabajo, ha sido un ronroneo perpetuo en mi mente: «la prueba de traducción que haces para una empresa es la traducción más importante de tu vida». Se refería a que hay que esforzarse al máximo, utilizar todos tus recursos y no confiarte lo más mínimo.
Bueno, pues ya llevo unas cuantas «traducciones más importantes de mi vida». Y me temo que se pierde esa ilusión con la que se debe traducir algo tan hiperimportante. Sobre todo cuando después de pasarte horas traduciendo ni se molestan en contestar para decirte que no.
En las listas de distribución que leo a diario he visto muchos casos de pobres ingenuos traductores preguntando si una prueba de traducción de diez páginas es normal. Esto puede considerarse una exageración, pero, por desgracia, algunas agencias se aprovechan de las pruebas para conseguir traducciones gratis.
He tenido la suerte de no encontrarme nunca con un caso así (que yo sepa, a lo mejor la ingenua soy yo) pero aconsejo a todos esos que estén con la mosca detrás de la oreja que hablen con la empresa y traten de negociar la prueba. Si la consideran demasiado larga, pueden proponerles traducir gratis un número razonable de palabras y el resto hacerlo a una tarifa normal.
La verdad es que no sé hasta qué punto es útil hoy en día una prueba realizada desde casa. Puede que sirva para descartar a los casos perdidos, pero si lo que buscan es calidad real, yo lo que haría es una prueba in situ con acceso restringido a mensajería y email.
Desde aquí hago un llamamiento a las agencias de traducción para que tengan un poco más de compasión por nuestras pobres almas ilusionadas. Al menos mándennos un email lamentando que no seamos la persona elegida, aunque se vea de lejos que es un impersonal reenvío masivo.
PD: todo esto es aplicable a los puestos en plantilla, ya que el mundo freelance va aparte. Y me atrevo a opinar que una muestra del porfolio personal debería bastar en este caso.
B.