Esta ambiciosa afirmación resume perfectamente lo que significa ser audiodescriptor. Somos los ojos de una persona que no puede ver, perdemos nuestra personalidad y le ofrecemos un resumen lo más fiel posible de las acciones que están sucediendo en una obra cinematográfica o teatral.
Como pasamos a ser otra persona, tenemos que adaptar el vocabulario y las referencias a elementos reconocibles: un objeto puede ser redondo como una pelota de tenis, la ondulación de los brazos de un bailarín moverse como las olas del mar, los ojos de un actor azules como el cielo…
No obstante, si esa persona nunca ha visto, ¿cómo puede saber qué son los colores? ¿Le importa si los ojos son azul cielo o verde hierba? En primer lugar, debemos recordar que la audiodescripción se dirige a un público muy diverso y puede que algunos usuarios sí hayan visto total o parcialmente en algún momento de su vida. Además, incluso en el caso más extremo, este tipo de referencias son útiles, ya que los colores son más que algo visual: son conceptos con miles de significados.
La objetividad también debe primar, ya que debemos ofrecer suficiente información para que al usuario le sea posible formarse una idea sin que importe nuestra opinión personal. Sin embargo, en mi opinión, estos usuarios deberían plantearse si realmente prefieren que en pocos segundos tratemos de describir objetivamente a Brad Pitt o que primero mencionemos que puede resultar atractivo y después, en el escaso tiempo del que disponemos, detallemos su anatomía.
Hasta el momento he trabajado principalmente como audiodescriptora de teatro en directo, una de las tareas más difíciles que he realizado nunca. A la presión del directo hay que añadirle la responsabilidad que tienes con las personas que están al otro lado del micrófono, que confían plenamente en ti. Los silencios deben estar totalmente estudiados, la estructura ser clara en todo momento, el tono animado pero formal…
Todo lo mencionado anteriormente es la teoría, pero imaginaos este caso práctico (y real):
Audiodescripción en directo de una actuación de baile moderno en la que participan diez bailarines que se parecen físicamente bastante entre sí. Has visto la actuación sólo una vez en el ensayo general que realizaron hace dos horas. En ese momento la escenografía no estaba terminada, los bailarines no utilizaban el vestuario real y únicamente marcaban los pasos. Antes de que empiece sólo tienes cinco minutos para leer el programa y describir escenografía, bailarines y vestuario. El lugar que te han reservado es la sala de sonido del teatro que está detrás de la última fila.
No hace falta que relate lo difícil que fue, pero conseguí salir adelante y la satisfacción de haber ayudado a otra persona a disfrutar de la obra mereció totalmente la pena. Lo más gratificante fue el comentario de uno de los usuarios al salir de la sala: después de escuchar la audiodescripción, había decidido apuntarse a clases de baile con su mujer.
En España aún muchas personas ni siquiera saben lo que es la audiodescripción y la diferencia que puede suponer en la vida de miles de personas. Con este vídeo que realizamos hace unos meses queremos aportar nuestro granito de arena y sumarnos a esta importante labor de concienciación.
B.