Hay algo que me pasa desde que asimilé la lengua francesa. Es cierto que no le había dado mucha importancia, pero me ocurre cada vez más. En castellano tuteamos con mucha más rapidez que en francés. Incluso si hablamos de usted a una persona que ronde los 40 o 50 años por mero respeto puede ser un arma de doble filo y hacer sentir a la persona más mayor de lo que es.
En Francia, en cambio, todo el mundo al conocer a alguien se habla de usted e, incluso gente que ha trabajado durante años codo con codo, lo sigue haciendo porque nunca han osado preguntar: ¿Le puedo tutear? Recuerdo que durante mi año de auxiliar de conversación en Francia, mis alumnos no supieron mi nombre de pila hasta bien avanzado el curso ya que se referían a mí como Madame Sánchez.
Debo reconocer que ha sido difícil para mí hablarle de usted a todo el mundo en Francia, sobre todo una vez que la conversación estaba avanzada, pero ahora parece que lo he asimilado. El problema es que ahora me ocurre también en castellano y ya no sé cuándo debo o no tutear.
Supongo que a otros traductores les habrá ocurrido lo mismo y, no es que nos hayamos vuelto más educados de la cuenta, es que estos franceses de Francia a veces se pasan en el hablar y, claro, todo se pega.
V.