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‘Nuestro mundo’ Category

  1. El traductor, ese ente

    December 3, 2011 by viobella

    A lo largo de mis ya siete años como traductora me he encontrado con colegas de profesión de lo más variopinto: los hay hippies, pijos, fiesteros, solitarios, viajeros, caseros… Pero hay rasgos de nuestra personalidad que son similares en la muchos de nosotros. Podría tratarse de la famosa deformación profesional.

    Hace unos días un amigo me preguntaba si alguna vez había conocido a un hijo de dos psicólogos. Le dije que no lo sabía, a lo que él me contestó que entonces no había conocido a ninguno porque se les ve de lejos: la forma de escoger las palabras, los silencios, la retórica…

    Algo así es lo que nos pasa a los traductores. Además del típico interés en todo lo extranjero que se nos cruce por el camino, he identificado unos cuantos rasgos:

    • Somos esquemáticos y cuadriculados: «deja de darle vueltas al tema y hazme un cuadro comparativo».
    • Los detalles nos pierden: «¿estás seguro de que esa coma tiene que ir en cursiva?».
    • Vemos traducciones en todas partes: «no me creo que el original sea en español».
    • El síndrome de Diógenes está detrás de cada esquina: «a lo mejor algún día me llega una traducción de física teórica…».
    • Necesitamos tareas completas: «hasta que no termine este apartado, no ceno».
    • Los cambios nos perturban: «¿ahora guión no lleva tilde?».

     

    Pues yo voy a seguir poniendo guión con tilde.

    Puede que también tengamos un punto de rebeldía.

    B.


  2. Aprender

    November 26, 2011 by viobella

    Aprender es algo que me ha fascinado desde pequeña. Debo confesar que yo era una de esas niñas que en verano ansiaba la llegada de septiembre y que se me iluminaba la cara al hojear los libros del siguiente curso.

    Por esa razón, después de haber estado 4 años haciendo Traducción e Interpretación, me aventuré a estudiar Comunicación Audiovisual. Quería aprender cómo se hacen las películas. Y por el camino, aprendí mucho más: que me encanta inventar historias, que puedes tener compañeros que se alegren por tus triunfos (en la FTI el compañerismo no era muy común) y, sobre todo, aprendí que me encanta aprender. No es lo mismo estudiar una carrera con 18 años que con 23. Con más edad valoras de verdad el esfuerzo de los profesores y colaboras todo lo que puedes (y más si estudias algo vocacional, como era mi caso).

    Pero ahí no acabaron mis ganas de aprender.  En la mayoría de profesiones la formación continua es algo esencial y en el mundo de la traducción es aún más importante ya que si te despistas, te puedes quedar anticuado. Hace poco una antigua profesora me contaba que en sus tiempos de estudiante (y de eso no hace más de 10 años) las prácticas de informática consistían en enviar un email con un adjunto y que tenían que hacer cola en la sala de informática donde había seis ordenadores.

    Por toda esta obsesión con aprender, la verdad es que me encantan los cursos y los congresos así que, mientras mi economía me lo permita, asistiré a todos los que pueda y los aprovecharé al máximo. Pero una «clase magistral» no es la única forma de cultivarnos. Por suerte, la Red está llena de información interesantísima y tampoco debemos olvidarnos de las personas, mi fuente preferida de información: amigos, colegas, conocidos… Gracias a twitter, facebook, emails, etc. los tenemos al lado aunque estén lejos.

    Por último, no nos olvidemos de la traducción en sí misma. Gracias la diversidad de textos que he tenido que traducir ahora soy experta en: la segunda guerra mundial, la reflexología, la estadística, la creación de imagen de marca, la burocracia española e inglesa, los sistemas educativos, el SIDA en África, la armonía del blues, la conservación del patrimonio…

    B.


  3. Se me encendió la bombilla

    November 22, 2011 by viobella

    A veces se te enciende la bombilla y eso mismo fue lo que me pasó con esta primera entrada del blog. Desde que decidimos llevar este proyecto adelante estuve pensando sin parar. Mientras trataba de encontrar algo que no sabía ni lo que era y, ya puestos, ordenaba montones de carpetas y papeles, encontré un artículo bastante interesante de Muñoz Molina titulado «Una orgía perpetua».

    No sé si será cosa mía, cosa de todos o más bien manía de traductor, pero nos es imposible deshacernos de cualquier papel que diga algo medio interesante y caiga en nuestras manos. El problema surge cuando haces eso con bastante asiduidad y, claro, luego no sabes lo que tienes y mucho menos dónde lo tienes.

    Quizás sea porque tenemos ya interiorizado eso de que tenemos que saber un poco de todo y nada de mucho, aunque ahora que me paro a pensar, ¿de verdad tenemos que hacerlo? En todo caso seguro que no viene de más almacenar información de toda índole.

    De ahí que encuentre entre mis carpetas: textos sobre descubrimientos de una posible cura contra el cáncer (que claro, ya están anticuados), artículos de diversas revistas, recortes, fotos de muebles antiguos (siempre me gustaron), fotocopias a saber de qué curso…

    Esta curiosidad incluso me ha llevado a tener la tentación, y ya que estamos sincerándonos, a hacerlo. Lo confieso: arranco artículos de revistas o periódicos de todas partes.

    Quizás la orgía perpetua del traductor se encuentra entre sus montones de papeles y él mismo. No dejemos de lado la utopía de ordenarlos algún día.

    V.